Casemiro actualmente es uno de los jugadores más destacados de la Selección Brasileña, donde se convirtió en una de las piezas fundamentales para el Mundial de Qatar 2022, especialmente ahora que calificaron a la etapa de octavos de final. Debido a eso, el jugador aprovechó su encuentro con la prensa para dejar en claro que su compromiso con el equipo estaba intacto, pues pasaron por varios problemas en la etapa de Grupo.
Además, el número 18 del Manchester United no solo es halagado por sus cualidades en la cancha, sino también por las lecciones de vida que ha dado con su carrera. Es que Casemiro dejó en claro que no tuvo una infancia fácil, pues se crió en uno de los barrios más pobres de Sao Paulo junto a sus 2 hermanos menores y salió adelante gracias a los esfuerzos de su madre y su abuela, debido a que su padre los abandonó.
“No cabíamos todos en nuestra casa. Somos 3 hermanos e íbamos a veces a casa de la tía y a veces a la de la abuela. Allí teníamos que entrar todos en la misma habitación y en el mismo baño. Mi madre tenía que trabajar y nos dejaba solos a mis hermanos y a mí. Nos dejaba la comida hecha y yo llegaba del colegio y se las calentaba a todos. Era el mayor y tenía que cuidar de ellos”, comentó.
Más adelante, Casemiro indicó que no le guarda rencor a su padre por abandonarlo, y admite que si algún día se lo encuentra en la calle no podría reconocerlo. Además, afirmó que su papá se fue de la casa después de tener una fuerte discusión con su madre, y que desde entonces no supieron más nada de él.
Los inicios de Casemiro en el fútbol
No fue hasta los 11 años que el deportista llamó la atención en las inferiores de Sao Paulo, y su salto a la fama ocurrió en la Copa Mundial de la Sub17 en 2009, desde entonces algunos clubes internacionales seguían de cerca sus pasos. Cuando tenía 14 años pensó en retirarse después de sufrir una hepatitis que lo dejó varios meses fuera de la cancha, pero decidió continuar hasta hacer realidad su sueño.
Luego, detalló que como vivía lejos del campo de entrenamiento, muchas veces le tenía que pedir a sus compañeros que lo dejaran dormir en sus casas, pues no tenía en dónde quedarse y quería llegar puntual a las prácticas. En 2013 fichó con el Real Madrid, equipo al que le costó acostumbrarse, por lo que fue cedido a varios clubes, hasta el 2016 cuando marcó su regreso triunfal y posicionó como uno de los mejores jugadores de la plantilla merengue.