La victoria de Carlos Alcaraz en el Miami Open hizo que el nombre de la joven promesa del tenis se catapulte con más fuerza en los diarios y revistas de todo el mundo que no tuvieron opción que rendirse ante su talento que, en gran parte, heredó en su infancia de su abuelo.
Con tan solo 18 años, el deportista ya comienza a generar cierto temblor en el trono que Rafael Nadal se ganó, después de varios años y trofeos que lo condecoraron como uno de los tenistas más importantes de los últimos tiempos. Pero todo se cultivó gracias a la pasión que su abuelo Carlos sembró en él desde niño.
Desde hace tres generaciones, el amor por la pelota y la raqueta comenzó a crecer desde la afición del abuelo de Carlos Alcaraz que lo llevó a formar parte del club de tenis Tiro de Pichón, en donde el padre del campeón también conoció el gusto por las canchas de ladrillo.
Incluso, el octogenario reveló que el papá del murciano era muy bueno en el deporte, pero por no tener los suficientes fondos para costear la carrera abandonó el sueño de ser un atleta profesional. "Lleva el tenis en la sangre", planteó don Alcaraz al explicar la función de mentor y entrenador que cumplió su hijo durante los primeros años de vida.
Una infancia marcada por la raqueta: los inicios de Carlos Alcaraz
Fue el mismo abuelo de la estrella que contó que, la primera vez que el tenista empuñó una raqueta fue a los 3 años, cuando jugaba con el equipo de su padre, que vivía concentrado en las clases de tenis que ofrecía en la Real Sociedad Club de Campo de Murcia.
"Se veía venir que tenía madera para ser tenista profesional", manifestó el fan número 1 de Carlos Alcaraz al reconocer que era la cuna de su orgullo, debido a que es el primero de la familia que logró colocar el apellido en la ATP.