Julio César Chávez nunca tuvo el agrado de que su madre fuera a verlo pelear. Acá te contamos las razones por las que la madre del boxeador mexicano decidió nunca ver a su hijo sobre el ring. Por otro lado, el padre del púgil solo lo vio boxear una vez y terminó con diabetes debido a la paliza que le estaban dando a su hijo.
En diálogo con Yordi Rosado, Julio César Chávez reveló que desde joven a su madre no le gustaba que se dedicara al boxeo. Sin embargo, el púgil mexicano reveló que desde chico era muy peleador. “Así les fui pegando a lo mejores de todas las colonias, a los meros, meros. Eran peleas callejeras”, confesó el mexicano.
“Me tocaron tiros canijos, peleas incluso con una cinta negra con el que duré como media hora peleándome. Creo que fue el último tiro que tuve con toda la escuela llena, un gentío, hasta que lo caché en una patada y cayó conmocionado. Arrasé con todos y de ahí en adelante ya todos me respetaron, nadie más se metió conmigo”, agregó el campeón mexicano recordando su infancia.
Su madre nunca lo vio boxear
Cuando Julio César Chávez le comentó a su madre que se quería dedicar al boxeo, la respuesta de ella fue tajante: “No”. Ya que le daba miedo de que algo le sucediera arriba del ring.
“Tenía dos hermanos que peleaban y me dijo que ella ya no quería sufrir, que mis hermanos llegaban todos hinchados, todos golpeados y no quería que fuera boxeador. Pero le rogué y le rogué hasta que me dio chance. Le dije: ‘Deme chance 10 peleas nomás. Si pierdo una, sigo estudiando’, pero gracias a Dios no fueron 10, sino más de 90 y no fueron más porque comencé a drogarme”, confesó Julio César Chávez.
“La llevé a Las Vegas, pero se quedó en el hotel. Mi papá tampoco iba a verme pelear, pero la primera vez que lo hizo le dio diabetes porque fue a la primera contra Meldrick Taylor. Se salió de la arena en el octavo round porque no soportó ver la ch… a que me estaban poniendo”, agregó Chávez, confesando que su madre nunca lo vio sobre el ring.
“Mi pelea 91 contra Frankie Randall fue algo muy triste porque fue cuando realmente me di cuenta lo que valía. Pierdo y veo a mi alrededor toda la gente estaba llorando y me dije: ‘Ah, cab… ¡Perdí! ¡Perdí!’. No lo podía creer y de la tristeza me metí al cuarto con Julio y Omarcito. A las 3 de la mañana me levanto al baño sin acordarme que ya había perdido, pero Omarcito me lo recordó: ‘Perdiste, apá. Perdiste… Pero caíste de culito'”, cerró Julio César Chávez.