Canelo Álvarez es uno de los grandes referentes de la rica historia del boxeo mexicano. Pero además, dentro de su familia, es quien ha alcanzado el sueño que algunos de sus hermanos persiguieron sin éxito. Al no poder vivir del deporte, se vieron obligados a ganarse la vida de otra manera.
Ricardo es uno de los siete hermanos del boxeador tapatío, y es uno de los que probó suerte arriba del cuadrilátero, pero aunque hizo su carrera entre 2008 y 2014, al ponerle fin a la misma se metió de lleno en otros negocios. Actualmente, el consanguíneo de Canelo Álvarez es dueño de un emprendimiento gastronómico de comida local.
El hombre de 40 años lidera una pequeña empresa dedicada a la venta de tamales, la cual ganó relevancia, no solo por su vínculo con el pugilista de Guadalajara, sino también por la especial celebración de la Fiesta de la Candelaría, que tiene lugar este 2 de febrero, y en la cual es tradición comer este plato mexicano.
“Tamales del Rica”, es el nombre con el que Ricardo bautizó a su negocio, en clara referencia al lugar de origen de la familia de Canelo Álvarez. Con una variedad que incluye algunos gustos como el clásico o el sabor pastor, algo que destaca según sus clientes, son sus accesibles precios. Por lo general, estos oscilan entre los 16 y 17 pesos mexicanos, algo así como poco menos de un euro.
La derrota que aún duele
A lo largo de su carrera, el campeón supermediano tuvo muchas más alegrías que desazones, sin embargo, aquellas dos derrotas quedaron marcadas a fuego en su recuerdo. La más reciente fue ante el ruso Dmitry Bivol, de quien busca desesperadamente cobrarse venganza este año, algo que no parece ser fácil de concentrar. Sin embargo, la más dolorosa no tendrá revancha.
Según el testimonio de “Chepo” Reynoso, quien fuera preparador de Canelo Álvarez, este tiene clavada la espina de haber caído ante Floyd Mayweather. “Después de la pelea nos apartamos, nos abrazamos, y hasta se puede decir que lloramos”, reveló el padre de Eddie Reynoso, que de todas formas aclaró que no se trataba de un reproche por haber perdido ante un boxeador de la talla del norteamericano, por lo que no hubo sentimiento de vergüenza ni mucho menos